Soy desde hace tanto y
tanto, que algunas veces pierdo la noción del tiempo sin hacer caso por un
instante de mi condición eterna. Todos me
temen sabiendo que en algún momento sentirán mi inminente e implacable
presencia. Algunos dicen que no tengo
piedad ni escrúpulo alguno en cumplir
con mi inexorable cometido, y de solo imaginarme acercándome soplando sobre sus
cabezas, empiezan a temblar como las espigas en un campo de trigo, estremecidas por la fuerza
invisible y poderosa del viento en una tarde de invierno. Otros anhelan mi presencia con la esperanza de
escapar a su destino infeliz y lleno de tribulaciones; cual bálsamo de paz para
liberarlos de su infausto vivir: ¡Pobres inocentes! ¡Si tan solo supieran que
estoy con ellos desde el instante en que llegan a este mundo y no los abandono
durante toda su permanencia en éste! —para unos, breve y para otros demasiado
larga—. ¡Ah, insensatos! cambiarían su manera de pensar sobre mí si estuvieran
en mi lugar…
¡Si supieran cuánto daría por ser uno de ellos! Con gusto daría
todo el tiempo de mi existencia por tener una partícula de aquello que disfrutan
y llaman vida. ¡Qué no haría! por tan solo sentir los rayos del sol calentando
esa maravillosa envoltura de carne que llaman cuerpo y que muchos desprecian
sin saber el tesoro y la magia que implica el poder ser capaces de experimentar
a través de las sensaciones: Oler el aroma de las flores, probar la más
exquisita de las comidas; poder sentir sobre la piel la humedad de las gotas de
lluvia deslizándose sobre ésta, apreciar lo que para ellos es una hermosa
melodía y para mí es nada. ¡Nada!… ¡No
tienen idea de cuánto los envidio! Si
tan solo pudiera disfrutar de la compañía de alguien. Si pudiera sentir el abrazo
de alguna persona, de eso que llaman afecto e inclusive amor.
Siempre he existido, invisible y a la espera. Estoy en
millones de lugares al mismo tiempo, al acecho de los hombres desde su origen y
observo en silencio, aguardando... Me llaman de diferentes formas e inclusive dan
rienda suelta a sus fantasías imaginando mi aspecto y la forma que tengo cuando
llega el momento de dar sentido a mi razón de ser. ¡Ja! Lo que ellos no saben
es que nunca me verán, que en el momento en que suponen debo hacer acto de
presencia luego del último aliento, en el postrero instante de su vivir no
tendrán la capacidad de advertir mi presencia, ya que no serán más… No entienden
que soy solo la consecuencia, el resultado de sus acciones. No determino el
momento en que llegara el final, son ellos; solo ellos…
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