“…A mí no me tienes que convencer, no me estás vendiendo ningún
producto. Ambos sabemos que todo es un juego de poder, es muy fácil que
un grupo de ancianos acostumbrados a vivir en la bonanza, en la riqueza,
se junten para escribir normas, decretos y crear pecados a voluntad.
La Iglesia no sigue la enseñanza de Cristo, lo que está escrito en la
Biblia no es profesado por la cúpula eclesiástica. Jesús nunca vivió en
la abundancia ni andaba con ropas lujosas ni joyas, ni se hospedaba
en los mejores lugares. Cristo siempre fue muy humilde, Él nos enseñó
el amor. “Amar a tu prójimo” “amar inclusive hasta a tus enemigos” Él
jamás dijo que honrásemos estatuas ni efigies de santos, ni vírgenes ni
nada de nada. Es más; Él siempre dijo que su reino no era en la tierra,
su reino estaba en el cielo. Cómo pues un simple mortal, un grupo de
personas que se ungen como elegidos, tienen el atrevimiento de colocar
la palabra de Dios en sus labios y cambiar las cosas a conveniencia. Esa
no es la doctrina que Dios quiso para el hombre. Eso es solamente un
gran negocio que trafica con la buena voluntad y la credulidad de la
gente, eso realmente es un pecado…”
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