“…permanecía estático; hipnotizado, contemplando los ojos del hombre
mientras el cuadro de canibalismo creado por el gran pintor español lo tenía
atrapado y no podía desviar la mirada de esos ojos desquiciados que amenazaban
con salirse de sus órbitas. Las voces de sus compañeros de clases aún se podían
escuchar pero el niño no entendía lo que decían. La maestra continuaba
gesticulando; abría y cerraba la boca sin cesar emitiendo sonidos, pero para el
menor eso era inútil. No podía comprender lo que hablaba. Era un galimatías de palabras
y resonancias que en conjunto se escuchaban como el ruido de monedas, miles y
miles de ellas cayendo sobre un piso de metal que retumbaba en su cerebro. El
ruido era penetrante y molesto. Le impedía concentrarse para poder distinguir
algo de ese torrente de reverberaciones. Empezó a sentir un chirrido agudo en
el lado derecho de la cabeza, en tanto continuaba observando al anciano quien
comenzó a cobrar vida. Lo miraba directamente a los ojos mientras mordía de
manera salvaje el brazo de su indefensa víctima masticando el pedazo de
extremidad con la boca abierta. Por las uniones de sus labios se podía observar
cómo hilos de sangre caían tiñendo de rojo partes del pecho y la pierna del
demente antropófago. El muchacho observaba la pavorosa escena y no atinaba a
reaccionar, ya que se hallaba colmado de
miedo. Únicamente su mano derecha temblaba sosteniendo el lápiz sobre el lienzo
blanco como si fuera una parte independiente de su humanidad. A la vez que una
terrible sensación de náuseas invadía su ser al ver como el fragmento de brazo
se entremezclaba triturado en la boca del hombre, y se convertía en una masa
roja de huesos; pedazos de músculos, piel, sangre y saliva. Hasta se podía
visualizar residuos de carne atrapada entre los dientes de ese lunático. El niño respiraba con rapidez, mientras un
sudor frío hizo que algunas gotas empaparan su frente. A su vez; el anciano
había terminado con el brazo y ahora levantando el cadáver, le propinó una
tremenda mordida al lado derecho del torso a la altura de las costillas,
destrozando los huesos y produciendo un ruido horrible al fracturarlos. Los
sonidos en el aula se convirtieron en un murmullo sordo mientras que podía
escuchar con nitidez la masticación del abominable anciano triturando con sus
dientes y muelas el pedazo de cuerpo arrancado hacía un instante. El chiquillo
trataba de hablar pero no podía. Era
como si su lengua pesara una tonelada y le era imposible concentrarse para
expresar lo que sentía. Un miedo cerval lo había atravesado inutilizándolo y la
respuesta descontrolada de su cuerpo era temblar. El viejo terminó con el torso
del despojo y enseguida le tocó el turno a la pierna derecha, la cual tragó
rápidamente sin dejar de mirar a su consternado espectador. Así continuó hasta
que finalizó de engullir por completo el cuerpo de la criatura. La humanidad
del hombre quedó cubierta de escarlata y una alfombra roja a su alrededor
dejaba constancia del macabro y salvaje festín. Acto seguido empezó a pasar sus
manos sobre la sustancia que cubría su torso y luego llevó sus dedos a la boca;
chupándolos, lamiéndolos con fruición, en tanto no perdía de vista a su
espeluznado testigo….”
Fragmento de la novela: El Visitante Maligno II de Fernando Edmundo Sobenes
Buitrón, disponible en Amazon (Para Kindle)
Si te agradó, te invito a darle “like” a mi página de autor
Muchas gracias por tu amable atención…
No hay comentarios:
Publicar un comentario