viernes, 30 de diciembre de 2011

Luis Adolfo Duarte Reina

Publicada el 20 de Enero 2012
Hoy tengo el gusto de presentar a un amigo desde  Colombia: Luis Adolfo Duarte Reina :Nacido en Duitama Boyacá 15 de diciembre de1957, latonero de profesión apasionado de la literatura, esta es su primer obra editada pero tiene en el escritorio otras obras en proceso de publicación. Nos trae su obra:




 "El desplazamiento en Colombia, da lugar a una historia de tragedia social en el hijo del carretillero. El fénix real crea un mundo en donde el tiempo nos muestra posibilidades de la eternidad del ser humano, recreándose después de una destrucción. Las tres mujeres solas nos cuenta de las posibilidades de hacerse eterno al trasgredir espiritualmente un joven cuerpo"


 EL HIJO DEL CARRETILLERO.

El viejo autobús muy recalentado por el esfuerzo, con muy pocos pasajeros, la mayoría campesinos, entro veloz a la ciudad, venía de una lejana provincia en conflicto y en su interior, se encontraba una familia que huía del compromiso de formar parte de uno u otro bando y que tuvo que abandonar sus escasas propiedades, sus animales ya habían sido diezmados como “cuota de buena voluntad”, para la manutención de cualquiera de los grupos violentos, cuando un grupo se llevaba algún animal, el otro se quería llevar dos, y al protestar ante el abuso, se corría el riesgo de ser acusado de estar simpatizando con el adversario, adversarios que para el jefe de la familia no estaban identificados, el verde oliva era sinónimo de abuso, independientemente de escarapelas o logotipos, iletrado, el jefe de la familia nunca pudo establecer diferencia ninguna, con el rudo antecedente de que algunos vecinos y amigos habían sido asesinados por una carta mal jugada ante estas eventualidades.


El padre estaba dispuesto a lo que fuera por proteger a su familia, para evitar contarse entre las victimas de una de tantas masacres que a diario eran noticia y que no parecía afectar a nadie, de madrugada, con el primer canto del gallo abandono su parcela con su esposa e hijos para enfrentar un mundo desconocido, que por duro que fuera, pensaba el que seria mejor que la muerte, a la que muy seguramente se enfrentarían de continuar allí, el abuso de los hombres armados lo comprometía a no acceder a las peticiones de los del grupo contrario y ante la imposibilidad de permanecer neutral, indefenso ante tanto desafuero, con miedo, el grupo familiar camino en la oscuridad del amanecer sin acercarse al pueblo, sin atreverse a despedirse de sus viejos amigos, de sus muy queridos compadres, porque algunos ya habían partido sin rumbo conocido, sin poder despedirse al igual que el, el mismo conflicto los hacia verse con desconfianza entre si.

Asegurándose de dejar en la puerta un candado, con la confianza de poder regresar muy pronto, con muy poca ropa empacada de afán por la previsiva mujer, sin esperar que aclarara el día, salieron al paso del auto- bus que los llevaría a su incierto futuro, con muy poco dinero producto de la venta de los pocos animales que les quedaron después de que los parásitos sociales los predaran, venta a menos precio, confiaba que este fuera suficiente para sobrevivir algún tiempo en la ciudad y poder regresar a su casa cuando fuera seguro, cuando el estado fuera soberano en todos los rincones y protegiera a sus campesinos, a sus indígenas pobres tan lejanos y humildes, como de echo protegía a los ciudadanos capitalinos.

Acababan de abandonar el fruto de toda una vida de trabajo, escapando de los peligros de una odiosa guerra no declarada y que el nunca entendió, entristecido recordaba su casa campesina, echa por ellos mismos de bahareque y palma, tapia pisada y calicanto sin ninguna comodidad, agrestes, así habían sido muy felices, recordaba con dolor el dulce nacimiento de sus cuatro hijos, las navidades pasadas en casa, los humildes regalos que año por año se esforzaba por llevar para sus amados hijos, tanta dicha embargo a la sencilla pareja en aquellos momentos, como tanto dolor sentía el pobre hombre al ver a su hijita, la mayor, abrazando esa muñeca, su regalo de la ultima navidad, al que ella se aferraba con fuerza exagerada, como presagiando su nueva vida llena de dureza e incertidumbre.

Su condición de hermana mayor parecía darle una madures prematura, con sus tal ves ocho años, porque a los niños mal alimentados es difícil calcularles la edad, su mama ponía en ella muchas de sus responsabilidades, ayudar a cuidar de sus hermanos era su principal ocupación, le seguía en orden de nacimiento un muchacho, poco mas de un año menor que ella, tosco, grueso, que siempre se metía en muchos problemas, de los que ella tenia que sacarlo ayudándolo a resolverlos, como cuando regó la leche que habían ordeñado y que ellos guardaban en casa mientras pasaba el recolector, y que ella pudo solucionar pidiendo prestado en la finca del vecino, prometiendo que la repondría en cuotas en los días siguientes, como cuando bañándose en el río, el, descuidado dejo su ropa muy cerca del agua en la orilla, y el río se la llevo sin poder evitarlo, ella se metió a escondidas en la casa para sacar unas ropas a hurtadillas, con las cuales el muchacho se presentaría en su casa, ante sus padres, evitando el seguro castigo.

Después, en el mismo orden, con la misma diferencia de edad su hermanita, la consentida de papa, aquella que siempre lloraba por todo, acusándola sin justicia haciendo que se ganara algunos castigos inmerecidos, la cuidaba con desgano sin mucho afecto, y por ultimo, lógicamente, el menor, el mas chico, al que siempre le prodigaba con sus mejores cuidados, procurando siempre lo mejor de todas las cosas que estuvieran a su alcance, sin lograr nunca que estuviera conforme, su hermano mayor también ayudaba a cuidarlo, aunque nunca pusiera el esmero de la mayor, nadie podía imaginar que aquel enquencle muchachito, desvalido y quebradizo fuera al crecer, directa o indirectamente un predador de mil victimas.

En sus labores de campo jugaban mezclando sus quehaceres con diversión, bañándose en el río, corriendo por el campo, montando a caballo, ayudando a su padre cuando nacía un ternero, cogiendo frutos maduros para comerlos en el mismo sitio, era ese un mundo tan sencillo, tan casual, tan desprevenido, hasta el fatídico día en que aparecieron aquellos hombres armados, en tropel.

Inocentes en su visión campesina, con gusto les ofrecieron comida que prepararon de prisa, con gran alegría, como cuando se atiende una agradable visita, toda la familia participo del evento, fue como en un día festivo, como cuando los bautizaron, el papa sacrifico una res para atenderlos, no repararon en costos, entonces muy “agradecidos”, los hombres de verde partieron poco antes de que anocheciera, el jefe del grupo hizo ahi una disertación de sus muchas razones político militares, advirtiéndoles que no hablaran con nadie de su visita y comprometiéndolos con una cuota, con una “colaboración voluntaria” para su natural sostenimiento.

El hombre de la casa atolondrado, aceptó sin entender nada de lo político ni de lo militar, el solamente sabia que el hambre había que combatirla con comida y eso les ofreció


EL FENIX REAL
Todo su mundo estaba perfectamente equilibrado, producción y consumo, tiempo de estudio, de recreo, de trabajo, pero aun así, sentía un profundo desasosiego, que no era natural para nadie en su comunidad.

Se desempeñaba como técnico en almacenaje de datos, era su ambiente tan sofisticado y desarrollado que todos sus miembros tenían varios doctorados, su desarrollo científico había logrado frenar en mucho, los efectos degenerativos de la edad, en unas cámaras adecuadas para tal efecto, se irradiaba una energía que restauraba cada célula del organismo de estos seres y en sus alojamientos había cual duchas una de estas cámaras.

Su alimento, totalmente manipulado, a través de distintos procesos, carecía de todo su pasado natural y los colores y sabores eran logrados con una lejana fidelidad.

De su pasado, nadie quería o podía acordarse, unos pocos elegidos se internaron en las entrañas de su mundo, en elaboradas cavernas de concreto y vidrio en donde se reciclaba, comida aire metales, fibras, agua, en fin todo lo necesario para el sostenimiento de la civilidad en este mundo sumergido, iluminado con rarísimos, extraordinarios artificios y sustentado por el absoluto equilibrio, se reciclaba hasta la vida.

Cuando por accidente o cansancio alguien desaparecía, se recreaba un nuevo ser idéntico al anterior copiado de sus propias células al que solo se le cambiaba el numero que acompañaba su nombre. Así Aztlhan era el numero diez y ocho, Aztlhan era la décima octava copia del ser que originalmente entro al fundar esta sociedad científica de supervivientes que intentaba preservar así la vida en un mundo que había decidido aniquilarlos.

Compartían su intimidad eventualmente y sin comprometerse en relaciones estables de pareja porque el sexo no era ya la forma de multiplicarse, nodrizas escogidas prestaban su vientre para la recreación de los que desaparecían, de manera que la maternidad, también mecanizada completaba el cuadro perfecto de esta sociedad, casi eterna, casi perfecta en donde la familia estaba proscrita, había dejado de ser el núcleo de su sociedad.

Aun así Aztlhan compartía con Nheba mucho mas que con cualquier otro ser de su comunidad, y además de tener sexo con el sentimiento mas parecido al amor, también se atrevían a filosofar de lo vacía y rutinaria que resultaba su cuasi inmortalidad.

Nheba se desempeñaba como institutriz, en el sitio donde se educaba a los infantes que reemplazarían a algún agotado ser, que renuncio a su vida o bien algún accidente lo inutilizó.

Había sido escogida para esta labor dado su agrado por los pequeños y Aztlhan hallaba en ella ese afecto, que nunca pudo darle ese mundo antiséptico en el que se había desarrollado.

Nheba también se sentía atraída por el, pues su desamparado despiste y los continuos errores, que le valían constantes penalizaciones de parte de la mayor domía general, le daban cierto encanto infantil que exaltaba en ella el sentirse necesitada.

Para escapar del tedioso descanso acudían a las salas de estudio a los salones de recreo, a su intimidad desesperada y por ultimo a fantasear con el mundo antiguo y primitivo del cual habían huido sus antepasados ¿Cómo era? ¿Que clase de vida sería aquella? ¿Cómo era el sol? ¿Cómo se sentiría sobre la piel? ; Los remedos artificiales eran apenas una lámparas que tibiaban deliciosamente el cuerpo pero… y el sol?... la luna, el viento, y toda la antigua poesía que hablaba de romances, de guerras, de odios y amores de vidas y muertes, de héroes y villanos?

Vaya si añoraban ese mundo cruel, salvaje, personal, vivo, lleno de emociones, agreste, reaccionario, natural, sobre todo eso, natural.

Concurrían pues al archivo, ya que allí se encontraban muy cerca de ese remoto pasado que los regresaba al punto más cercano de su ahora amada primitivez.

Allí en sofisticados aparatos de realidad virtual se embutían en azules lagos, verdes praderas, doradas playas, furiosos mares, escarpados riscos, desolados nevados, así, siempre juntos, hombro con hombro recorrían de la mano ese fantástico mundo virtual, era su vida paralela mucho mas intensa que su transcurrir cotidiano en su hábitat tan lógico y planificado.

Creció tanto en ellos un amor tan profundo por aquel mundo perdido, que sus continuas faltas a sus sitios de trabajo, y su excesivo pasar el tiempo juntos, pronto fueron detectadas por sus superiores y así, fueron citados a una especie de paternal juicio, al cual acudieron con una inopinada irresponsabilidad, sin ningún temor, sin respeto por el orden de ese establecimiento.

Sus habituales fugas virtuales fueron tomadas más en serio de lo pensado, gran revuelo había en la sala, los más viejos de aquellos seres, consternados, los veían como un mal ejemplo social, como un vicio al que había que erradicar.

Habían notado con mucha preocupación que ninguno de los compartía su intimidad con ninguno de sus otros congéneres, también se hablo de la creciente moda de ir tomados de la mano, en parejas, sin buscar ahora el compartirse con terceros, como los soñadores Aztlhan Nhero y Nheba Shiva, que soñando, sin quererlo, habían dado nacimiento a una nueva moda rebelde, parejas que no se compartían iban en aumento y aunque esto de compartir su sexualidad sin discriminación no era una obligación, si era visto como muy normal, desde que el sexo dejo de ser de carácter reproductivo.

El amor, de seguir así, volvería a ser individualizado, familiar, ellos no veían el grave problema, no creían haber cometido ningún ilícito digno de tal revuelo, pero al ver el estado de las cosas en aquel concilio, desde ya, empezaron a temer por los efectos de su supuesta irresponsabilidad.


LAS TRES MUJERES SOLAS

Solas, sin el amparo de un hombre era muy difícil sobrevivir en aquellos tiempos de reciedumbre montaraz, la abuela, conservaba ese aire de gente de alcurnia que le había dejado su esposo, un militar de rebelión que desapareció sin dejar huella, dejando tras de si esa estela de poder que nunca abandono a doña mercedes, ni siquiera ahora en estos momentos tan difíciles en los que no había ni siquiera comida, margarita la hija, mas practica se la jugaba toda en el espacio de los romances fortuitos, de donde arrancaba escasos dividendos en secretas jornadas, en donde satisfacía esposos inconformes en subrepticios encuentros que le permitían cierto aire de digna duda, que aun le permitía asistir a la iglesia y responder al saludo de las matronas, que sin duda alguna, la incluían en sus comentarios en las tardes de ocio, pero era margarita tan hábil en sus vericuetos que de su honra, nadie podía decir nada que fuera comprobable, sus habituales cómplices eran los mas interesados en que sus actividades fueran secretas, so pena de estar expuestos hasta a perder sus hogares,

Miriam la nieta, una niña delicada, muy bella, tersa su piel, brillante su cabello, inteligente su mirada, ágil en sus movimientos, fruto de quien sabe cual de tantas aventurillas de margarita, muy bien cuidada por madre y abuela, fue para su desgracia avalada por don Aquilino, el recio hacendado que todopoderoso en su riqueza, al que no se le podía negar nada, sin consultar con ella logro un acuerdo, me imagino que económico, y de esa ruda manera la bella Myriam conoció el duro rigor de la vida, el hombre, muy maduro para ella, la asalto en su propio cuarto, con la anuencia de su madre y abuela, que la prepararon para el evento con una charla conceptual, en la que dejaron claro que su situación no les dejaba ninguna alternativa, y que los beneficios que se lograrían, superaban con creces el sacrificio al que se sometería por unos breves momentos, momentos que en verdad no fueron breves, fueron eternos , el viejo, sin ninguna delicadeza tomo su mercancía, rudo reaccionando con violencia a la resistencia de la niña que ya por pudor, ya por dolor trato en vano de evitar el abusivo acto, al que cansada dejo de resistir , que soporto hasta el final dejando rodar sus lagrimas, pero sin gemir, mordió sus labios hasta sangrar tratando de hacer que su dolor, opacara el abusivo placer del viejo, que acostumbrado a dominar bestias se sentía victorioso logrando su cometido, rasgando con lascivia sus ropas, su carne, sus sueños, su niñez.

El tiempo para ella se detuvo en ese momento, se hizo eterno, humillada, ultrajada, vencida, muy sola, tan desamparada, con un odio sordo, se dejo atender por las dos mujeres, que presurosas se presentaron no bien el viejo abandono la alcoba llevándose su inocencia, la bañaron, la intentaban consolar, sabedoras de su delito, la niña se dejaba llevar y traer, como ebria en su dolor y su odio, las miraba sin verlas, las oía sin escuchar, traicionada a mas no poder, dejaba verter sus lagrimas pero sin dejar escapar un solo gemido, como si en ello quedara un resquicio de su dignidad que no fuera violentado.

Como si nada hubiera ocurrido, las mujeres afrontaron el día siguiente, sin hablar de los tristes sucesos que partieron la vida de la joven en dos, ya dolorosamente mujer, olvido sus juegos con muñecas y encontró en las miradas de los hombres un arma para fortalecerse en su desamparo, lentamente se dio cuenta que con sus sonrisas doblaba voluntades y vio la manera de desquitar su rabia, manejando sus atributos lograría colmar su odio, mirando a su alrededor encontró que jerónimo, cumplía con todas sus expectativas, dueño de un almacén de abarrotes, solitario, desconfiado, muy poco atractivo, se dejo encantar por el sutil mirar y sonreír de Myriam que al acudir a comprar, dejaba que sus manos se rozaran mas de lo necesario, dejando en su corazón un desasosiego que crecía cuando de nuevo ella regresaba por sus habituales compras, logrando rebajas en cada compra, sonriendo al dejar su mano entre las de el al despedirse, vio el, que podría tener eco en ella su creciente y honesto sentimiento, ahorrando valor, un día se lo confeso, se había enamorado de ella y haría lo que fuera para lograr su amor, ella muy taimada y manipuladora le pidió que hablara con su madre y con su abuela, por que ella, niña de su casa no podía de por si tomar ese tipo de decisiones, jerónimo mas que ilusionado acudió con regalos para las tres mujeres, inocente de las secretas manipulaciones de Myriam, se entrego a su limpio y puro amor.

Madre y abuela flotando en ese océano de plenitud económica, en el que navegarían cuando Myriam, su hija, se casara con jerónimo, felices aceptaron los requiebros del enamorado que tarde a tarde acudía a sus visitas de novio formal, en la sala de la casa, bajo la mirada irrestricta de la madre o de la abuela, que nunca dejaron la menor duda de la dignidad de su amada y de la decencia de su comportamiento.

Sintiéndose aceptado, seguro de ser amado, parte de la familia, pidió a su novia en matrimonio, siendo aceptado con gusto por las mujeres, que aun con el secreto temor por la virginidad perdida, se dieron a la tarea de arreglar la casa para el fausto evento.

Jerónimo dichoso, se preparaba también, negociando los muebles para su nido de amor, invitando a su hermano, un aserrador que vivía en una lejana zona de montaña y que era su única familia.

Fue una ceremonia sencilla, muy sobria, sin alardes ni muchos invitados, el hermano de jerónimo, ni bien se termino la misa, partió para el monte donde trabajaba, y ellos los de la naciente familia, se reunieron en la casa y con una sena sencilla celebraron el compromiso.

Cuando llego la tan temida noche de bodas, ella en silencio, soporto con miedo los requerimientos de su esposo, asombrada por que el no reconoció su estado, asumió una actitud de naturalidad frente al engaño, se dispuso a callar su dolorosa experiencia con Don Aquilino, y quiso pensar que esa pesadilla habría terminado, sin embargo el patán de marras, no contento con el daño ya causado, quiso seguir frecuentando a la ahora señora Myriam, primero con dávidas económicas, que desde luego ya no impresionaban a las mujeres, porque ese espacio lo suplía con creses jerónimo, el hombre de la casa, luego con amenazas, que crecían peligrosas en intensidad en la medida que se hacia mas fuerte la resistencia.

En el colmo del abuso, arrastro a la señora del cabello desde la silla de su caballo, logrando subirla encima de sus rodillas, la llevo a la mitad del campo.

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